Francisco Aguirre Leo

Existe conciencia pública y privada de que el tema de energía y de su abastecimiento durante el flamante gobierno que se inicia será una materia para atender con especial atención, lo que aconseja sea sin apuestas ni sesgo político aventurado hacia objetivos de cortísimo plazo hoy ya innecesarios y que deben ceder el paso a nuevas metas de largo plazo. En efecto, connotados ex integrantes de organismos reguladores, ejecutivos de empresas energéticas, grandes consumidores y consultores técnicos y comerciales, estamos todos de acuerdo en que hoy estamos en un escenario con problemas de abastecimiento energético y de mayores costos de suministro, particularmente del gas y de la electricidad. Es claro también que decisiones y errores del pasado nos han llevado a una condición energéticamente debilitada como país, a los que la naturaleza agrega su cuota de riesgo en escenarios de los que nadie se exime y cuyas proyecciones los ingenieros conocemos como “probabilizables” cuando existen largas estadísticas, como las hidrológicas, que permiten traducir en cifras “estocásticas” los riesgos. Es el caso de la amenaza a la que un fenómeno climático como La Niña expone nuestro Sistema Eléctrico Central con 74% de la demanda pais y que se verá una vez transcurrido el primer tercio del ciclo hidrológico que comienza este mes de abril. También sabemos que las metodologías de exploración del futuro incluyen también los análisis en condiciones de “incertidumbre”, caso al que hoy nos somete el gas natural argentino, cuyo volumen importable ya no depende de contratos sino de la arbitrariedad que conocemos con solo pocas horas de anticipación, lo que exige evaluaciones económicas para “minimizar el arrepentimiento”, lo que no solo afecta hoy a nuestro sistema energético central sino principalmente al Norte Grande, que concentra 25% de demanda eléctrica para producción minera que obviamente no queremos dependa de un precario abastecimiento de gas y electricidad. Así entonces, hoy es necesario mirar con cuidado tanto el corto como el largo plazo. Como señalé en mi columna anterior, este último excede el actual período de gobierno y recogerá las acciones de éste. En el intertanto, está el espectacular incentivo económico del último cambio de ley eléctrica, el que efectivamente está impulsando negocios de corto plazo, como son las generadoras de emergencia con petróleo, todas con cargo a los consumidores y que son la única fuente segura inmediata. Como visión externa del mercado, ella siempre vendrá de analistas que en esta época se incrementan con aquellos exfuncionarios que se agregan a los consultores existentes. De éstos, unos pocos somos testigos desde que se reformó el sector hace 30 años y seguimos teniendo historia técnica para continuar mirando y analizando el mercado imparcialmente y sin el natural sesgo de quienes políticamente recurren a la ruleta de la naturaleza para morigerar y cuyo arrepentimiento rara vez se conoce si la apuesta falló, pues para entonces ya no están. Los que sobrepasamos los trances periódicos de diverso orígen, seguimos atentos a las acciones de las nuevas autoridades, entre las que ahora bienvenimos caras neutras y técnicas, lo que augura rigurosidad y sinceridad en la atención de este tema cuyo mal rato consta, de momento y sin duda económica, a todos los consumidores de gas natural y de electricidad de este país. Para empezar, veremos que trae el plan de obras de generación de esta fijación tarifaria de electricidad pues ello es simple fantasía para los precios, que una vez más solo dependeran por largo rato del tipo de cambio y de los grandes contratos de suministro, sin importar Argentina, ni gasoductos con Perú o Bolivia o Venezuela ni proyecto GNL, ni las iniciativas carboneras o hidroeléctricas mayores, los que de momento son música celestial para el largo plazo pero que no sirven para acallar el charrangeado llanto apremiante del corto plazo, con altos precios de energéticos y crecientes litigios contractuales que algunos quieren ignorar.