Francisco Aguirre Leo

Esta semana se evidenciaron los riesgos de racionamiento eléctrico futuro que un informe oficial destapado públicamente vaticina para los próximos años en el sistema interconectado central, SIC. Me refiero a riesgos de dependencia del gas argentino en la zona central y a la polémica sobre la interconexión de sistemas eléctricos del norte grande SING con el sistema central SIC.

La dependencia de nuestro pais al gas natural es creciente desde 1997; la autoridad reguladora carece de información de proyectos de generación con recursos naturales locales y pronto duplicaremos nuestra demanda de gas natural para generación en el SIC, exigiendo inversiones de dudosa realización en tanto no se resuelvan los problemas internos de nuestros vecinos argentinos. En cuanto al SING tiene capacidad de generación y gas para rato, pues su abastecimiento de gas proviene de una cuenca gasífera distinta, además conectada a Bolivia, y que garantiza abastecimiento de maquinas eléctricas cuya producción paradójicamente está a la espera de que crezca la demanda e incluso respaldada por máquinas carboneras nuevas y actualmente ociosas. Así, una interconexión con el SIC brinda oportunidad única a los generadores del norte y a los consumidores del centro, al transferir desde aquellos energías excedentarias que debiesen contribuir a bajar las expectativas de alzas de precios ya presentes sobre clientes del SIC. Por su parte, en ausencia de interconexión, los clientes deben asumir que las alzas de precios serán solo transitorias en tanto pase la incertidumbre que hoy inhibe la inversión en generación y en transmisión en el SIC.

Esta polémica de interconexión SIC-SING me recuerda mi memoria de grado para Ingeniero Civil Electricista, desarrollada en los turbulentos años 70, titulada “Perspectivas de Abastecimiento Eléctrico del Norte Grande hacia el año 2000”. En ella, mi escenario favorito y principal desafío era poder demostrar la factibilidad técnica y económica de interconectar SING con el SIC, pensando entonces en la conveniencia de llevar al norte grande energía barata hidroeléctrica y reemplazar así el alto costo de generación local allí con petróleo. En esa época no resultaba factible con evaluación social y menos aún en términos de evaluación privada.

Hoy, la interconexión implica inevitables transferencia de riquezas que sancionarán los legisladores en el trámite de ley corta, superponiendose así a evaluaciones privadas de comparar un país con interconexión SIC-SING versus sin SIC-SING y con enfoques distintos que pueden volcar decisiones. Si consideramos las pespectivas de racionamiento, una vez más los políticos legislan en época de crisis, y sabido es que ellos incluyen externalidades al evaluar sus proyectos legislativos. En 1999 reconocen haberse equivocado y si lo harán nuevamente ahora o tomarán atinadas decisiones lo sabremos recién años más tarde.

Por parte de los consumidores, los efectos concretos de este clima de turbulencia son los precios. Veremos como viene la mano de la nueva autoridad reguladora en su fijación tarifaria de Octubre y por el lado de grandes clientes industriales, ellos ya conocen los intentos de alza por parte de los suministradores, quienes aprovechan el clima de escasez futura para alzar precios con suboferta SIC y resistiendose a la interconexión SIC-SING que es claro competidor.