Francisco Aguirre Leo

La tendencia actual de la economía chilena sigue a la baja según lo que, siempre anticipadamente a datos sobre IMACEC o PIB, pronostica el crecimiento descendente de la demanda de electricidad, que este mes de mayo ha bajado a un promedio anualizado de 4% desde el 7% de hace dos años. Parte de la responsabilidad es sin duda la falta de inversión con origen en altos precios de electricidad resultantes del desajuste entre oferta y demanda eléctrica en nuestro país, consecuencia de la acción de grupos con ideologías que pretenden ser progresistas, pero que en el fondo son regresivas por las consecuencias de sus acciones, y que están deteriorando progresivamente las posibilidades de real prosperidad de los chilenos. Es urgente detener por la vía de una campaña de educación pública y masiva a quienes gritan y reclaman, arrastrados por una minoría que entusiasma incautos sin aportar soluciones factibles pero logrando sus objetivos de poder. En la matriz insumo-producto la electricidad y su precio juegan un rol irreemplazable relevante en toda actividad productiva, cuyos costos están hoy fuertemente afectados por la falta de grandes complejos térmicos e hidroeléctricos y de los sistemas de transporte de electricidad, inhibidos por quienes se autoproclaman dueños de la verdad, proponen escenarios irreales y rara vez se exponen a un diálogo técnico económico que es tan necesario para el problema eléctrico. ¿Acaso esto no es también una suerte de lanzamiento de huevos y escupitajos a quienes vemos una irracionalidad a la que no se le pone atajo?. Si seguimos así y no contenemos la difusión de agresiones a la racionalidad global estaremos haciéndonos un hara-kiri irreversible a nuestra economía, cuyos efectos serán de largo plazo. La discusión ahora es ya política y esperemos que los candidatos señalen directrices hacia las soluciones correctas y no se dejen influir por sus fanáticos ni se contaminen con la farándula populista, que hasta ahora ha sido ganadora en la magnitud del daño realizado.