Francisco Aguirre Leo

Encender un interruptor al llegar a casa ya no se hace con tanta liviandad como posiblemente se hacía hace un año atrás. Pensar en dejar la televisión prendida por unos minutos sin espectadores por delante es casi un sueño. Y no es simplemente porque los consumidores estén cada vez más conciente de la eficiencia energética, es simplemente un factor precio. Ya los bolsillos resienten cada kW que se desperdicia y a fin de mes vienen las recriminaciones por no haber cuidado más el uso de la electricidad. Es esta nueva conciencia la que ha provocado que, aunque en septiembre el consumo creciera 3,1% respecto al mismo mes del año pasado, en lo que va corrido de 2008, la demanda registre un decrecimiento de 0,8%. Francisco Aguirre, de Electroconsultores, asegura que esta disminución no sólo es producto de la campaña de ahorro energético impulsada por el Gobierno, “es también por el factor precio. El sistema eléctrico chileno ha crecido 0% en su totalidad este año, en el caso del Sistema Interconectado Central (SIC) ni del Sistema Interconectado del Norte Grande (SING). Durante 17 años hasta 1997-1998 crecimos en promedios de entre 7% y 8%, tasa que empezó a decrecer a partir del ‘95 y en los últimos años eran 5% y 4%. Este año es 0% por los precios enormes”, afirma. Y es que la escalada en el valor de las tarifas eléctricas no ha dado respiro. Según explica el ejecutivo, entre los factores que están incidiendo en este aumento son los grandes contratos de industriales o mineros. “Cuando empresas como Codelco, CAP, las celulosas, etc, fijan sus contratos con proveedores, están fijando también los precios a nivel doméstico, los precios de la Sra. Juanita en su casa, porque los precios regulados durante los últimos años siguen exactamente la tendencia que tienen los grandes contratos. De esta forma, los precios se han movido respecto a lo que los contratos dicen o al resultado de los requerimientos legales y arbitrales que han emprendido los grandes proveedores contra sus clientes que no han querido renegociar los precios porque han pedido respetar los contratos. Todo esto está siendo traspasado de alguna forma a precio, el que ha ido al alza en el último tiempo y han hecho que a nivel de los consumidores residenciales se hayan más que duplicado los precios en el último año”. Pero si los consumidores residenciales han visto incrementos significativos, el caso de los industriales y mineros es aún más dramático. Y es que si por ejemplo en un extremo hay un cliente que paga una cantidad uno, en el otro extremo de la balanza hay quien está pagando una cantidad ocho. “Esa es la relación entre un cliente con un contrato bueno, que por alguna razón ha podido defender, respecto a un cliente que está pagando un contrato spot en el que le están transmitiendo todos los riesgos y las situaciones de mercado”, indica Aguirre. Pero este escenario podría variar algo en el futuro. “Los clientes libres están en valores muy altos y deberían comenzar a bajar, entre otras cosas, con la participación de consultores como nosotros, que trabajamos con los clientes para efectivamente negociar apropiadamente y en forma justa las condiciones de contrato”, destaca. Además, se debe considerar que en escenarios como el del SIC se vienen periodos estacionales favorables por el nivel hidrológico. “Distinto será el próximo año, en marzo, abril, que si no llueve pronto los precios empiezan a subir e incluso nos pone en riego de racionamiento si es que las lluvias no son tempranas y son tan tardías como fueron este año”, advierte. Pero los cambios no se percibirán en el corto plazo para los consumidores residenciales. En agosto pasado el Gobierno confirmó un nuevo reajuste extraordinario a las tarifas en 8,1% en la zona central y 7,1% en el Norte Grande debido, esta vez, a las continuas alzas en la cotización del dólar, que tiene alta incidencia en el costo final de la energía. “La electricidad se está moviendo conjuntamente con el tipo de cambio. Hoy tenemos un tipo de cambio 25% superior a cuando se realizó la fijación tarifaria anterior, en marzo, cuando estaba en $442; ahora el promedio de septiembre es cercano a los $552, eso va directo a la cuenta. Podemos seguir esperando alzas a pesar de que tenemos más agua y que combustibles más baratos, sin embargo las bajadas de estos parámetros no son capaces de compensar la subida del tipo de cambio y por lo tanto vamos al alza de todas maneras y esperamos un alza cercana al 10% en algunos casos”, asegura el consultor. Costos marginales A la hora de analizar el valor de la electricidad, no se puede dejar de lado el costo marginal, teoría que, según explica Aguirre, sólo puede aplicarse en sistemas balanceados entre oferta y demanda. “Cuando el sistema está desadaptado, como en este caso, a un déficit de oferta respecto a la demanda, se producen distorsiones enormes y los costos marginales se van a las nubes. Por eso hoy estamos teniendo costos marginales relacionados con diésel, con maquinas ineficiente, y se están pagando costos muy superiores a lo que cuesta producir la electricidad. Hoy el SIC tiene una proporción hidráulica cercana al 70%, lo que permite bajar enormemente el costo, después están los complementos de carbón, y con un carbón a US$150 la ton se genera un costo de producción de US$60 el MW/h, mientras que a US$100 la ton, se hace un costo de US$40 el MW/h; sin embargo, los costos marginales están indicando en el SIC cerca de US$300 el MW/h. El costo de producir electricidad va de US$0 a los US$300, pero si uno pondera y calcula los costos medios, probablemente se encuentre con que los costos son alrededor de US$100 MW/h”, asegura. En el SING el marginal es de US$500 por MW/h, es decir 10 veces los costos de producción de maquinas eficientes. No es un costo razonable. Algún bolsillo se está ensanchando. Pero los costos marginales debieran ir descendiendo con el paso de los años gracias al ingreso de nuevas centrales de carbón, ya que si bien el mineral actualmente se tranza a alrededor de US$150 la ton, especialistas apuntan a que éste debiera cotizarse próximamente cerca de los US$100 la ton. Asimismo, la entrada de hidroeléctricas como las que se proyectan en la región del Gral. Carlos Ibáñez del Campo podrían mejorar el panizo. “Las centrales de Aysén son las más beneficiosas, ya que si bien el costo de inversión es alto, el costo de producción es muy bajo, por lo que viene a reducir los costos. Ojalá pudiéramos desarrollar mucho más centrales hidroeléctricas”, afirma Aguirre. Con respecto al GNL, el consultor no es tan optimista y explica que cuando la autoridad impulso y ofreció estos proyectos, la evaluación acordaba en US$4,5 el millón de btu, cifra que actualmente se considera sobre los US$20 el millón de btu. “En estricto rigor esos proyectos (Mejillones y Quinteros) no son más que un parche, que sólo sirve para cambiarle el combustible a las maquinas diesel por gas, porque es más limpio y requiere menores matenimientos, pero de precios, está muy parecido al diesel, por lo tanto el beneficio, que era un gas natural barato, desapareció“, destaca. El motivo y la razón Dentro de las condiciones que se dieron para que hoy el sistema eléctrico nacional sea estrecho y con elevadas tarifas, según Aguirre, está la modificación del art. 99 bis de la ley que desincentivó nuevos proyectos y derivó en una huelga de inversiones y contratos y cuyos efectos se pueden ver hasta hoy, cuando un 30% del SIC está sin contratos. “Como no se invirtió se desajustó el mercado y estuvimos con roces de racionamiento. Un apretón horroroso y que incluso hizo que la autoridad reguladora en 2005 cambiara la ley, y todo este sistema marginalista, que había funcionado perfectamente bien desde el ‘82 a esta parte en Chile y en gran parte del mundo hubo que cambiarla por un sistema de regulación de precios en base a licitaciones en forma enormemente favorable a los proveedores quienes ahora pueden ofrecer libremente a los precios que ellos quieran suministro a empresas reguladas, y ese fue el gran perjuicio de la chambonada del ‘99. El limite de las ofertas de licitaciones es del 20% por sobre los precios y si no hay oferentes tiene que volver a ajustar hasta en 15% y así sucesivamente. Estos procesos de licitación tendrán sus efectos hasta 2025-2030”, augura el ejecutivo. “El próximo decenio se va evidenciar que los precios son tan altos en comparación con las condiciones reales de mercado que se va a producir un nuevo cambio regulatorio desfavorable otra vez para las empresas, porque va haber que ajustar al mercado”, añade.